Un monton de islas rodeadas de aguas de color turquesa brillante, enmarcado por un frente de olas rompiendo muchos metros mar adentro, muy lejos de la costa, de la que les separan metros y metros de aguas transparentes, de muy poca profundidad.
El aeropuerto de Ishigaki es como el de Pin y Pon, pero la modestia no implica rudeza, y al contrario que en los modernos y espectaculares aeropuertos al uso, aqui nos esperaba un comite de bienvenida para hacer nuestra estancia en las Yaeyama lo mas agradable posible desde el primer momento.
El vuelo a Ishigaki es bastante largo, casi 4 horas desde Haneda, y desde alli, cogimos directamente un ferry a Iriomote donde pasamos las 3 primeras noches, con un programa basado en el hiking, la playa y el buceo.
La idea era empezar a descubrir Iriomote con un paseo en canoa por el rio Urauchi, pero pese al madrugon, se hizo demasiado tarde para conseguir canoas, asi que dedicamos nuestras primeras horas en la isla a explorar los jardines del albergue, con preciosas vistas al oceano y la montanya.
Cuando quisimos conseguir informacion sobre la ruta de hiking a traves de la isla, el personal del albergue inmediatamente intento hacernos cambiar de opinion, explicandonos que era muy peligroso y practicamente imposible, especialmente para 2 mujeres solas...
Lo que no sabian era que ademas de mujeres, somos muy cabezotas las dos, y que dado que era nuestro objetivo primordial en Iriomote hacer esa ruta (para ello el entrenamiento previo los dos findes anteriores), la opinion de alguien que ni siquiera lo habia intentado, no iba a hacernos cambiar de planes. Eso si, se aseguraron de que ibamos a pedir permiso a la policia antes de intentar la "gesta". Y asi lo hicimos, hablamos con el representante de la ley, que no nos puso tantas pegas, aunque nos advirtio de que tuvieramos cuidado con las serpientes y las sanguijuelas, para combatir a las cuales basta un buen salero (de sal, no un poco de gracia...). Nos dio un par de mapas detallados de la ruta, el telefono del taxi en Otami, el final de la ruta y nos hizo prometer que le llamariamos al terminar, para que se quedase tranquilo.
Lo del taxi se explica porque el ultimo autobus desde Otami hasta Uhera, donde estaba nuestro albergue, sale a las 4.30 p.m. y era poco probable que completasemos los mas de 23 Km de ruta antes de esa hora, por lo que desde el principio sabiamos que necesitabamos de un transporte alternativo para volver. Una vez completadas las formalidades y congraciadas con la autoridad, cogimos el autobus para acercarnos a Urauchi-guchi, la desembocadura del rio Urauchi, desde donde se coge el barco que sube por el rio hasta el punto donde se inicia la ruta, para ir conociendo el terreno.
Nos acercamos a la parada del barco para comprobar el horario del primer servicio, porque queriamos aprovechar al maximo las horas de sol.
De nuevo los mismos comentarios: que si era muy peligroso, que si era muy facil perderse, que si no llevabamos una tienda de campanya para hacer noche en mitad del camino... En fin, no es que seamos unas cabras locas, pero en principio, una ruta que recomiendan todas y cada una de las guias y websites de Iriomote, no podia ser tan imposible, asi que por supuesto, tampoco consiguieron hacernos desistir, y despues de rellenar unas fichas con nuestros datos y planes de ruta, nos despedimos hasta las 8.30 de la manana siguiente.
Antes de volver al albergue, una paradita para acumular energia para el dia siguiente. Nos encontramos con el Iriomote cafe, un coqueto establecimiento con terraza sobre los manglares, en el que servian unos postres excelentes.
Alli conocimos gente entranyable, como la mujer mas feliz del mundo, que bailaba en el tejado, sin mas preocupaciones que disfrutar al maximo de la belleza de la desembocadura del Urauchi que se extendia majestuoso frente a ella.
Este es el duenyo del cafe, un chico simpatico y "visionario" con grandes proyectos para ampliar su negocio. Le prometimos volver cuando termine su alojamiento rural anexo al cafe, un proyecto ecologico que tiene en mente finalizar en el verano de 2009.
Y aqui, la intrepida repartidora de "Kuroneko" (los que me mandan las maletas al aeropuerto cada vez que vuelo a Europa), en su minimoto...
La gente en Okinawa es encantadora, con ese aire meridional que parece imprimir caracter a los surenyos de cualquier pais.
De vuelta en el albergue, disfrutamos de una cena casera estupenda con verduras y pescados tipicos de la zona, y una excursion sorpresa para ver las luciernagas en una montanya cercana. El chico del albergue nos llevo en coche unos cuantos kilometros hacia el interior, en una velada lluviosa y fria, en la que la luz de cientos de luciernagas ponia un punto festivo a la oscuridad de la noche.
Era una lluvia fina, poco mas que un ligero chirimiri, pero que sembro de inquietud nuestros planes del dia siguiente...
2 comentarios:
Bueno bueno, que buena pinta tiene esto. Me encanta que casi os hicieran firmar una autorización de vuestros padres para hacer la ruta!!! jajajaja!
Nada nada, en breve buceo y más playas cristalinas!!! Mmmmm :)
Si, a ver si llega el finde y me pongo a colgar fotos...
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