25 de enero de 2008

UNA LECCION DE HUMILDAD

Solo unas horas después de publicar el post anterior, me enteraba de una noticia terrible que cambiaria por completo los planes del fin de semana parisino que nos habíamos montado.
Cuando vi 3 llamadas perdidas de Nacho, casi a medianoche, ya imagine que había pasado algo malo. Mi primer pensamiento fue que había tenido algún problema en Tailandia (porque sabia que estaba en Bangkok por trabajo), así que en un instante, todo el Expreso de Medianoche paso por mi cabeza. Al final resulto que el estaba bien, y que el problema se encontraba a miles de kilómetros de distancia: el padre de mi amiga francesa a la que pensaba visitar este fin de semana en Paris, había muerto de repente.
Me entro un temblor en el cuerpo que no os podéis imaginar. Estaba especialmente unida a su padre, era su “ojito derecho” igual por aquello de que era su única hija (además tiene otros 2 hermanos). Además la pobre había pasado unos meses difíciles después de volver de Tokio, la mudanza con niños pequeños, volver a ubicarse en otra ciudad… Cuando empezaba a asentarse todo, le ha venido este mazazo horrible; como en tantas otras ocasiones, “el hombre propone y Dios dispone”. Por fortuna, tiene a su marido y a sus preciosos hijos, que seguro que consiguen que se recupere pronto. También sabe que nos tiene a nosotros, montones de amigos por todo el mundo, que la queremos y admiramos, y que sabemos lo fuerte que es para afrontar esta situación, y que por supuesto, en estos momentos le mandamos todo nuestro cariño.
Es ante situaciones como esta cuando nos damos cuenta de lo pequeños que somos, y lo insignificantes que son la mayoría de nuestras preocupaciones cotidianas. Pero sobre todo me doy cuenta de lo importante que es hacer saber a la gente que nos importa, lo que les queremos. Nunca sobra una palabra amable y siempre deberíamos repensarnos las desagradables. No nos quedemos nunca con una disculpa por pedir o un beso que dar. Tengamos siempre humildad para suavizar los roces y diligencia para arreglar los problemas. No dejemos pasar el tiempo para llamar a ese amigo con quien hace tiempo que no hablamos, visitemos al familiar a quien no vemos desde la última boda de alguien. La vida es muy puñetera, y no sabemos cuando nos va a dar un zarpazo, y el arrepentimiento puede ser muy amargo cuando es tardío.
Y sobre todo, bajémonos del pedestal, y asumamos que no lo podemos controlar todo y que nuestros mayores logros, no dejan de ser nimios. Que nosotros somos pequeños y que todo nuestro conocimiento, nuestra tecnología, nuestros planes y nuestro mejor hacer, se pueden venir abajo en un minuto. Para mi, esta historia, además de un duro golpe porque aprecio muchísimo a Fabie y a su familia, ha sido una lección de humildad que espero no olvidar nunca. Por otro lado, falta me hace.

2 comentarios:

Rachel dijo...

Desde luego que es duro enterarse de mazazos de estos, especialmente cuando te pillan aunque solo sea de refilón....

Aunque no la conozca mas que por tus menciones, dale un beso muy grande desde este lado del planeta, vale??

Y otro muy grande para ti ^__^

matoki dijo...

Muchas gracias, Rachel. Besitos.